Uno de dos hermanos que combatían en la misma
compañía, en Francia, cayó abatido por una bala alemana. El que escapó pidió
autorización a su oficial para recobrar a su hermano.
-Tal vez esté muerto -dijo el oficial-, y no tiene
sentido que arriesgues tu vida para traer el cadáver.
Pero ante sus súplicas el
oficial accedió. Cuando el soldado regresó a las líneas con su hermano sobre
los hombros, el herido falleció.
-¿Ves? -dijo el oficial-. Arriesgaste la vida por
nada.
-No -respondió Tom-. Hice lo que él esperaba de mí, y obtuve mi recompensa. Cuando me acerqué
y lo alcé en brazos, me dijo: "Tom,
sabía que vendrías, presentía que
vendrías".
Y de eso se trata, en síntesis: alguien espera un
acto bello, noble y abnegado de nosotros; alguien espera que seamos fieles.
Walter Mac Peek
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